Quien asegura que tal o tal cosa no le cabe en la cabeza (podemos ser nosotros mismos) se ve en la disyuntiva de abrir espacio en la cabeza o reducir el tamaño de la realidad.
Lograr con éxito la segunda opción, la de reducción del tamaño de la realidad, necesita una buena dosis de violencia en formato descarnado o disfrazado de tecnologías, falsos consensos y decisiones mayoritarias.
Quien elige abrir espacio en la cabeza puede servirse de variadas artes: la contemplación de la naturaleza, la contemplación de si mismo y de sus semejantes, el diálogo, el pensamiento, la lectura,…
La lectura le abre sitio en la cabeza a la realidad cuando consigue que los imposibles se vuelvan posibles (del mismo modo que lo logran invenciones y descubrimientos científicos). A veces, es el caso de la poesía, basta que ponga las palabras cuando nos faltan. En otras ocasiones, las del cuento, la novela, el teatro, la imagen, el ensayo, la posibilidad se presenta en la capacidad para tejer relaciones dentro de la propia obra, con otras obras, con el ser humano que la disfruta, con la propia realidad.
Quienes leemos lo hacemos con la intención, más o menos consciente, de abrir sitio en la cabeza y alejar así la irracional tentación de abrirle la cabeza a nuestro prójimo.
Lograr con éxito la segunda opción, la de reducción del tamaño de la realidad, necesita una buena dosis de violencia en formato descarnado o disfrazado de tecnologías, falsos consensos y decisiones mayoritarias.
Quien elige abrir espacio en la cabeza puede servirse de variadas artes: la contemplación de la naturaleza, la contemplación de si mismo y de sus semejantes, el diálogo, el pensamiento, la lectura,…
La lectura le abre sitio en la cabeza a la realidad cuando consigue que los imposibles se vuelvan posibles (del mismo modo que lo logran invenciones y descubrimientos científicos). A veces, es el caso de la poesía, basta que ponga las palabras cuando nos faltan. En otras ocasiones, las del cuento, la novela, el teatro, la imagen, el ensayo, la posibilidad se presenta en la capacidad para tejer relaciones dentro de la propia obra, con otras obras, con el ser humano que la disfruta, con la propia realidad.
Quienes leemos lo hacemos con la intención, más o menos consciente, de abrir sitio en la cabeza y alejar así la irracional tentación de abrirle la cabeza a nuestro prójimo.
Leer es una acción que puede llevarse a cabo en paz.
XIII Jornadas Aragonesas de la Educación para la Paz
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