El ensayista -y profesor de instituto- José Antonio Marina (Toledo, 1939) pronunció en CosmoCaixa la conferencia ¿Se puede recuperar la magia de la lectura?, en la que apuntaba -a un auditorio de educadores- algunas maneras de paliar el bajo índice de lectura de la población española. "Conforme avanzan los alumnos en el proceso educativo -explicaba, poco antes del acto, los alumnos cada vez leen menos, de manera que los de primaria leen más que los de los primeros cursos de secundaria, pero éstos son más lectores que los de los últimos cursos, y en la universidad ya se produce un cataclismo. Eso es muy peligroso, porque si el ciudadano no es capaz de comprender argumentos de una cierta complejidad ni los valores que se transmiten a través de la escritura, acaba fascinado por eslóganes, consignas o exabruptos. Y semejante tosquedad perjudica la convivencia, tanto la privada como la pública". Siguen sus planes para evitarlo:
1. COMUNICAR LA EUFORIA. "Hay que facilitar que el niño domine con soltura los mecanismos de la lectura. A mis alumnos les cuesta horrores leer, les da mucho trabajo, y por eso no lo hacen, porque no es placentero. Es una labor que debe hacerse con los niños de 5, 6 y 7 años, con una pedagogía que les introduzca esa rutina. Mi propuesta es insistir en la experiencia eufórica que favorece la adquisición del lenguaje hablado: el niño siente una intensa alegría al aprender a hablar porque se siente poderoso, puede hacer con las palabras un montón de cosas. Leer es lo mismo: podrá leer el cuento cuando quiera, acceder a las mismas cosas que el adulto..."
2. SUPRIMIR LOS CLÁSICOS. "Hemos de empezar a cuidar más los contenidos. Por ejemplo, la lectura de los clásicos debería estar prohibida en toda la secundaria. Quevedo es un genio, pero tiene obras aburridas hasta la exasperación. Para la enseñanza, es mucho más interesante Harry Potter que El Quijote,por eso millones de niños lo leen. La lectura no debe crear rechazo. El hijo de mi jardinero me pidió un libro de Gonzalo de Berceo que le hacían leer en clase. ¡Vaya aberración! Somos capaces de comprender bien las formas plásticas arcaicas, pero el primitivismo literario no nos aporta gran cosa a esas edades".
3. PADRES LECTORES. "Los padres tienen gran influencia. Es importante que el niño esté en contacto con libros en casa. Y, desde el punto de vista del desarrollo de la inteligencia, no es bueno que el niño vea tres horas de televisión al día, pero ya no por los contenidos, sino por cómo interfiere una experiencia semejante en el desarrollo de las habilidades mentales del niño, que queda imposibilitado para la lenta experiencia de la lectura".
4. FRECUENTAR LAS BIBLIOTECAS. "La ciudad donde se vive es importante, es decir, debe contar con bibliotecas que ofrezcan actividades infantiles, que el niño se habitúe a ir allí a divertirse, en un contexto de libros, aunque sea a otra cosa. Las movilizadoras deberían ser las bibliotecas escolares, con profesores que animaran a visitarlas".
5. RECITAR VERSOS Y CANTAR. "Deberíamos recuperar la antigua costumbre de que los niños aprendieran canciones y versos de memoria. Eso, además de dar gozos de la memoria, distrae y desarrolla potencialidades cerebrales, y la capacidad rítmica".
6. CAMBIAR EL DISCURSO. Para José Antonio Marina, "no podemos seguir defendiendo la lectura con los mismos argumentos con que se hacía en los años cincuenta, porque el problema de entonces no tiene nada que ver con el actual. Algunas funciones que los libros tenían antes -como el contacto con la aventura, con mundos lejanos o con la novedad- las cumplen hoy marcos comunicativos más sencillos de captar, como el cine o la televisión. La función educativa de la lectura, más allá del placer que provoca, es que los ciudadanos sean capaces de comprender mensajes complejos. Pero no puede sustituir a los medios audiovisuales: nadie leería hoy la transcripción completa de un debate televisivo, aunque sí pueda ser interesante verlo durante dos horas".
7. CONCLUSIÓN: LO QUE NOS HACE HUMANOS. El ensayista opina que "el gusto por la narración es algo tan permanente en nosotros que lo podemos considerar definitorio de la especie humana. La propia estructura de nuestra inteligencia es narrativa, tenemos una especial predisposición a escuchar historias. Que nos interesen de tal modo las vidas ajenas es, sin duda, una gran demostración de sociabilidad. La narración ha sido la gran educadora psicológica de la humanidad. El hombre siempre ha contado historias, como siempre ha pintado, compuesto música o inventado religiones. Y esas grandes constantes de la humanidad nos indican más lo que somos que cualquier tratado de antropología".
(leído en e-barcelona vía Lector Ileso)
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Escrito por: Antonio
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