Heidi Dalibor tomó prestados Ángeles y demonios y White Oleander en la biblioteca pública de Grafton (Wisconsin). Eso fue en 2007.
Pasó de devolverlos.
Heidi no respondió a cuatro avisos de la biblioteca, dos llamadas telefónicas y dos cartas. La biblioteca puso el hecho en conocimiento de la policía, que notificó a Heidi una citación con la obligación de devolver los dos libros o pagar una multa.
Heidi, volvió a pasar.
Yo pensé: no me pueden arrestar por una cosa así... Estaba equivocada, dijo Heidi.
La policía se presentó en la casa de Heidi con una orden judicial y se la llevó esposada.
Fue puesta en libertad después de pagar la multa de 170 $. Ahora Heidi no se plantea devolver los libros, pues dice que ya ha pagado por ellos. No sabemos si seguirá siendo usuaria de la biblioteca de su ciudad.
El caso de Joan Karkos es un poco diferente, aunque también muy llamativo.
Joan tiene en su poder dos ejemplares de un libro sobre educación sexual para niños. Uno lo tomó prestado en la biblioteca pública de Lewiston y el otro en la de Auburn (las dos en el estado de Maine).
Joan envió cartas a ambas bibliotecas con cheques por el importe de los libros. También decía que no pensaba devolverlos pues había quedado horrorizada con el contenido inmoral y pornográfico de los mismos.
Un juez ha ordenado a Joan devolver los libros y pagar una multa de 100 $, con la advertencia de que puede ser detenida por desacato.
En el ayuntamiento de Lewiston dicen que no es necesario continuar con este lío, pero Joan afirma que le habría gustado ir a la cárcel para continuar con su lucha.
Visto lo visto... ¿Tienes algún libro que hayas olvidado devolver?
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