Exposición
El crítico confundió el paragüero con una obra de arte, a la que tituló “Destino”. Lo sacaron de su error entre miradas de incomodidad, y acto seguido reparó en una percha que, según él, bien podría haberse llamado “Nostalgia”. De nuevo tuvieron que emplear todo su tacto en abrirle los ojos sin dejarlo en evidencia, aunque no sirvió de nada. Le pasó lo mismo con la lámpara, con una maceta, y también con el grifo del lavabo. Mostraba tal seguridad en lo que decía que los demás empezaron a dudar de sí mismos, y pronto se encontraron dándole la razón. Es cierto que el pintor no logró vender un solo cuadro, pero nadie lo escuchó quejarse cuando recibió aquella indecente suma de dinero a cambio de un radiador y un par de ceniceros.
Cuentos mínimos. La bitácora de Idgie W. Mcgregor.(vía Libro de Notas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario