«Nuestros «malos alumnos» (de los que se dice que no tienen porvenir) nunca van solos a la escuela. Lo que entra en clase es una cebolla: unas capas de pesadumbre, de miedo, de inquietud, de rencor, de cólera, de deseos insatisfechos, de furiosas renuncias acumuladas sobre un fondo de vergonzoso pasado, de presente amenazador, de futuro condenado. Miradlos, aquí llegan, con el cuerpo a medio hacer y su familia a cuestas en la mochila. En realidad, la clase solo puede empezar cuando dejan el fardo en el suelo y la cebolla ha sido pelada. Es difícil de explicar, pero a menudo solo basta una mirada, una palabra amable, una frase de adulto confiado, claro y estable, para disolver esos pesares, aliviar esos espíritus, instalarlos en un presente rigurosamente indicativo.
Naturalmente el beneficio será provisional, la cebolla se recompondrá a la salida y sin duda mañana habrá que empezar de nuevo. Pero enseñar es eso: volver a empezar hasta nuestra necesaria desaparición como profesor.» Daniel Pennac, Mal de escuela.
(crédito de la imagen: foundphotoslj)
5 comentarios:
Me parece una cita bien traída, Antonio. Expresiva y certera.
El problema de esa capa de cebolla es que las lágrimas que provoca, no deja a algunos ver lo que hay detrás.
Gracias Antonio por recordarnos a Daniel.
Begoña
Pois confeso que seguindo un conselo do seu decálogo, exercín o eu dereito a non rematar o libro.
Pues querido compañero, coincido contigo. Tras unas primeras páginas geniales, va perdiendo fuerza hasta casi apagarse...
Pero continúo leyendo... ¿Será una pequeña reminiscencia de zoquete?
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